Mi piel igual a la tuya
se estimuló
con el juego de tus
besos,
Mi carne
sintió el fuego de tus
dedos
calcinándola.
Tu mirada invasora,
En un soplo,
anuló mi voluntad.
Fue en aquellas
increíbles horas,
en las que te
derramabas
en ternura
que mi barro se
licuaba,
abriendo en mi carne,
una nueva aurora.
Quise alargar las
horas,
empaparme
con la lluvia que de ti
brotaba
yo sumisa,
amante sigilosa
me ofrecí al amor que
me golpeaba
y del que brotaba la
vida
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