con una muñeca de cartón,
Tenía ojos oscuros, como los míos, y
aunque no tenía voz,
Yo le prestaba la mía
Le contaba cuentos de brujas y hadas,
Mirándola a sus ojos, por si
en ellos,
al oírlos, alguna
expresión mostraba...
La llevaba con mis amigas, a jugar a la
plaza
quería que sus ojos
pintados,
vieran las palomas.
Yo pensaba tonta de mí,
que también tenía
corazón, y que
cuando íbamos a dormir, soñaba con ángeles y demonios.
Le cantaba una nana, la cubría mimosa ,
narrándole al oído, mil historias inventadas.
En mi inocencia le veía sonreír,
en ocasiones hasta pensé
que se asustaba
Eso era entonces, ahora...
Mis versos lloran
ausencia,
Las piedras que piso están desgastadas,
Ya no tengo que trenzar
mi pelo,
Si por un casual ando
despeinada.
C. Parra